El efecto Dunning-Kruger: el enemigo invisible en los cuerpos de bomberos

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En el mundo de los bomberos, uno de los mayores peligros no siempre es visible; no es el calor, ni la llama, ni el humo. A veces, el mayor riesgo se esconde en la mente del propio interviniente; en los sesgos cognitivos que nos acompañan en nuestro día a día en todos los aspectos, y que ni siquiera sabemos que están ahí impregnándolo todo.

En este caso me vengo a referir al efecto Dunning-Kruger, un sesgo cognitivo que influye considerablemente en la percepción que tenemos de nuestro trabajo, las relaciones con el resto de compañeros, mandos y que en muchos casos, puede comprometer la seguridad e nuestras intervenciones.

¿Qué es el efecto Dunning-Kruger?

Identificado por los psicólogos David Dunning y Justin Kruger en 1999, este fenómeno describe un fenómeno bastante curioso que se da en personas cuando contamos con poca habilidad o conocimiento en una materia. Paradójicamente, en lugar de percibir nuestra incompetencia, tendemos a sobreestimarla, es decir, quienes menos saben son los que más seguros se muestran… y en consecuencia, muchas veces también son los que más se equivocan.

La razón de fondo es inquietante: la propia ignorancia impide ver la dimensión de lo que no se sabe; y si no se percibe la propia falta de preparación, tampoco se ve la necesidad de mejorar. Es decir, la falta de conocimientos sobre algo hace que carezcamos de elementos de juicio para saber si con lo poco que sabemos ya tenemos suficiente. La consecuencia es que hacemos una sobrestimación de nuestra competencia y consolidamos que, respecto de ese tema, ya sabemos lo suficiente. Nuestro cerebro es un «rata» en términos energéticos, así que trabajar a base de sesgos le viene muy bien, sobre todo si se usan de forma puntual, el problema viene cuando consolidan creencias que pueden resultar peligrosas o tóxicas a nivel psicológico.

Conforme uno va adquiriendo conocimientos sobre alguna materia, nos asalta una extraña sensación de ineptitud. Y esto es paradójico también, porque ¿no deberíamos sentirnos más sabios conforme estudiamos sobre algo? Pues no, ahí es cuando entiendes de verdad este efecto, y es que conforme avanzamos en el conocimiento sobre algo, tomamos conciencia precisamente de lo equivocados que estábamos al haberlo juzgado con lo poco que sabíamos. Y entonces, conforme avanzamos en ese conocimiento, la sensación de ineptitud se impregna de humildad y de una progresiva sensación de ir conectando poco a poco, pero sin llegar nunca a considerarnos «expertos» del todo.

Uno podría pensar que Einstein se creería a sí mismo un «sabio», pero él pensaba justo lo contrario, cada vez actuaba con mayor humildad frente a la física, porque a la par que iba adquiriendo conocimientos, surgían miles de incertidumbres e incógnitas por resolver.

Cuando leemos sobre algo, nuestro cerebro, con esos pocos conocimientos que le hemos dado, y la comprensión «genérica» de algún fenómeno, crea una red conceptual que da cuerpo a ese conocimiento, es decir, ya somos capaces de entender e incluso explicar algún fenómeno o proceso. Por ejemplo, podemos leer sobre cómo seguir una ruta marcada en un mapa de orientación usando la brújula. Aprendemos a situarnos en el mapa, a colocar la brújula, a identificar elementos del terreno y a movernos por la ruta de la carrera. Bien, pero hay que entender que eso no te convierte en un experto cartógrafo; te queda muchísimo para acercarte siquiera a esa consideración.

En definitiva, el que ignora algo, pero al menos sabe que es un ignorante, no es peligroso; el peligro en todos los sentidos procede de aquel que no sabe pero cree saber lo suficiente, porque su confianza es exageradamente alta, a la par que temeraria. 

¿Reconocéis este patrón en algunos componentes de vuestros servicios?…

Gráfica del efecto Dunning-Kruger

Cuando el fuego encuentra a quien “cree saberlo todo”

En el ámbito de los bomberos, este sesgo puede tener consecuencias graves. No es raro encontrar compañeros que actúan con una confianza desmedida. Esto puede llevar a situaciones como:

– Saltarse procedimientos y técnicas de trabajo seguro porque “ya lo tienen claro”.

– Desestimar recomendaciones de otros compañeros o mandos.

– Tomar decisiones arriesgadas sin evaluar bien el entorno.

Esta sobreconfianza puede parecer valentía, pero en realidad es un cóctel de imprudencia e ignorancia. En intervenciones reales, puede suponer un riesgo directo para la vida del bombero, su equipo y las víctimas.

Confianza sí, pero con conocimiento
La confianza es una herramienta poderosa en nuestra profesión, sin ella, no podríamos entrar donde otros salen corriendo, pero hay una diferencia clara entre la confianza basada en la preparación y la seguridad infundada que nace de no saber lo suficiente. Un bombero que subestima un incendio estructural o un rescate técnico porque “ya lo ha visto todo” puede terminar actuando por impulso y no por criterio técnico, y el fuego y el humo no perdonan a quien se cree invulnerable.

El freno al aprendizaje

Uno de los efectos más insidiosos del Dunning-Kruger es que bloquea el crecimiento profesional. Si un bombero cree que ya domina todo, difícilmente aceptará formaciones nuevas, críticas constructivas o actualizaciones tecnológicas. En definitiva, pondrá muchas pegas a la hora de hacer formación o participar en proyectos de cualquier tipo que impliquen poner en tela de juicio los conocimientos que uno tiene.

Este estancamiento puede parecer inofensivo en el día a día, pero en un momento crítico puede marcar la diferencia entre un buen resultado… o una tragedia.

¿Cómo lo combatimos?

– Sé consciente de que este sesgo puede estar afectándote en muchos aspectos de tu trabajo; por tanto, sé cauteloso a la hora de percibir tu autoeficacia y conocimientos y sé humilde.

– Ten claro que siempre hay algo que aprender, así que aprovecha las guardias en este sentido.

– Fomentemos el trabajo en equipo: nuestras intervenciones son demasiado complejas como para esperar resultados globales sólo con acciones individuales. La resolución efectiva de nuestras intervenciones pasa, sí o sí, por el trabajo en equipo. Equipos donde los mandos son considerados parte de los mismos y desempeñan un liderazgo transformacional que transmita confianza.

Cuando el desconocimiento se convierte en crítica injusta: el Dunning-Kruger y la relación con los mandos

Pero las consecuencias de este sesgo no se quedan ahí, esto no solo afecta al comportamiento operativo del bombero en una intervención, también puede influir, de forma sutil, en la manera en que se percibe y se juzga a la jefatura o a nuestros mandos.

Muchas veces, centrados (y con razón) en la realidad del servicio, no tenemos acceso ni formación suficiente en áreas como administración pública, legislación, limitaciones burocráticas o presupuestarias, etc. e incluso sobre aspectos técnicos de algunas intervenciones. Y sin esa información, es fácil caer en un error típico del sesgo: pensar que, si algo no se entiende o no se hace como uno cree que se debería, es porque el jefe no sabe, no quiere, o no trabaja lo suficiente.

Desde fuera, es sencillo criticar decisiones que parecen ineficaces, lentas o incluso erráticas, pero cuando se desconoce el contexto, las limitaciones normativas, trabas administrativas, interferencias políticas, falta de recursos, tiempos legales para licitaciones o responsabilidades jurídicas que asume un gestor o un mando, es fácil caer en la trampa de infravalorar lo que no se conoce. Y esa es, precisamente, la esencia del Dunning-Kruger.

Muchos bomberos experimentan un giro radical cuando, por alguna razón, colaboran directamente con la jefatura en tareas de planificación, compras, organización de turnos o redacción de informes técnicos; es curioso, pero de repente, descubren un mundo complejo, con obstáculos legales y burocráticos que no se ve a pie de parque, y entonces dejan de prejuzgar a la ligera y prefieren informarse bien antes de seguirle la corriente a algunos compañeros.

Además, si basamos nuestras acciones en las emociones que se derivan de este sesgo, y no hacemos un trabajo que nos lleve a liberarnos de él a través del conocimiento y la información, las soluciones que reivindiquemos puede que tampoco sean las más adecuadas o eficaces, y si nos informamos primero, quizá la estrategia a seguir para conseguir nuestros fines sea bien distinta.

Esto no significa que todo lo que haga un mando esté bien, ni que no deba haber crítica. La crítica profesional y bien informada es necesaria. Pero lo que sí revela este fenómeno es que, cuando falta información o conocimiento, la crítica suele basarse más en intuición o emoción que en análisis real, y eso puede deteriorar el ambiente laboral, minar la confianza y generar una división innecesaria entre la base y la dirección.

En definitiva, tengamos bien presente la influencia de este sesgo y no nos dejemos llevar por él; creo que nos irá mejor en todos los sentidos…

Cita destacada…

 

El que no sabe y no sabe que no sabe, es un tonto: evítalo 

El que no sabe y sabe que no sabe, es un simple: enséñale. 

El que sabe y no sabe que sabe, está dormido: despiértalo. 

El que sabe y sabe que sabe, es un sabio: síguelo.

 

Referencias

  • Dunning, D., & Kruger, J. (1999).
    • Unskilled and unaware of it: How difficulties in recognizing one’s own incompetence lead to inflated self-assessments.
    • Journal of Personality and Social Psychology, 77(6), 1121–1134.
    • DOI: 10.1037/0022-3514.77.6.1121
    • Artículo fundacional donde se describe por primera vez el efecto Dunning-Kruger.
  • Dunning, D. (2011).
    • The Dunning–Kruger effect: On being ignorant of one’s own ignorance.
    • Advances in Experimental Social Psychology, 44, 247–296.
    • Revisión más profunda sobre los mecanismos psicológicos que sustentan este sesgo cognitivo.
  • Kruger, J., & Dunning, D. (2009).
    • Why people fail to recognize their own incompetence.
    • Current Directions in Psychological Science, 12(3), 83–87.
    • Explica por qué la metacognición (la capacidad de evaluar nuestras propias habilidades) es deficiente cuando tenemos poca experiencia.
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