Como todos sabréis, si habéis seguido las acciones que se han seguido desde 2015 para conseguir una ley de bomberos que siente las bases comunes de la organización y gestión de los cuerpos de bomberos a nivel estatal, con el claro objetivo de avanzar todo lo posible en la homogeneidad de condiciones laborales y de prestación de servicio público en todos los sitios posibles…nos hemos encontrado un escollo, zancadillas, insultos, inundación de mentiras y despropósitos en las redes por parte de un sindicato que, por otra parte, no ha conseguido más que dividir a la plantilla entre ese mar de improperios y falsedades respecto de los compañeros que se echaron adelante y trabajaron en la CUBP, y siguen haciéndolo.
La intención de la regulación NO es la de perder capacidad de adaptar cada servicio a sus particularidades, sino la de garantizar algunas cosas como las siguientes:
– Bomberos funcionarios y agentes de la autoridad
– Gestión directa, y reversión de las privatizaciones en los SPEIS
– Nombre de bomberos exclusivo de los cuerpos de bomberos públicos
– Obligación de regular los cuerpos de bomberos a nivel autonómico
– Derecho a la segunda actividad en todos los cuerpos de bomberos, adaptando funciones, sin merma económica
– Establecimiento de competencias y funciones comunes de los cuerpos de bomberos
– Establecimiento de derechos y deberes comunes del personal
– Categoría mínima de acceso C1
Pues bien, luchando para conseguir esas cosas, nos encontramos con un sorprendente “problemilla “: la sinrazón de algunos miembros de un sindicato, increíblemente politizados y sujetos a intereses corporativos, que se centraron en la lucha contra la CUBP, con la clara intención de desprestigiarla, acusándola de todo tipo de malas intenciones, con el único fin de redirigir el movimiento hacia su sindicato y “CONTROLAR” las acciones POLÍTICAS que se derivaran a nivel normativo.
Han sido innumerables las comunicaciones que han hecho acusando a la CUBP de todo tipo de malas intenciones, mintiendo descaradamente, intentando desconvocar manifestaciones, enviando manifiestos a los parques para que nadie apoye las manifestaciones ni las acciones reivindicativas en apoyo a la ley de bomberos. De hecho, Ayuntamiento de Madrid a día de hoy siguen prácticamente ajenos a este movimiento regulador; no digamos en otros sitios como Catalunya que, aunque sea ya de facto otro país, al menos podrían tener la decencia profesional de dar cobertura al movimiento, aunque sólo fuese porque el día que se independicen del todo, puede que lo que se lleven sea mejor que lo que tienen ahora (de hecho así lo sienten los compañeros de Euskadi, que para mí actúan más inteligentemente y no han faltado a nada de nada).
Por otro lado, el término “desconexión” hace alusión a la “falta de relación o unión entre varias personas o cosas”, la que viene motivada por el ostracismo, el cual proviene del griego “ostrakismos” que significa “destierro” y hace referencia al alejamiento (impuesto o voluntario) de un individuo del medio social o de la participación en actividades comunes.
Si unimos estos términos podemos visualizar un poco mejor cuál es la situación sostenida en el tiempo que estamos viviendo en los cuerpos de bomberos. Por un lado, existe una tradicional falta de unión entre servicios de bomberos, los cuales se han configurado como servicios estancos tanto en funcionamiento y regulación como en representación de los trabajadores.
Esto ha venido ocurriendo incluso entre servicios de la misma provincia, los cuales casi que no se conocen unos a otros, suelen tener incluso conflictos territoriales, y que incluso hasta hace pocos años apenas colaboraban entre sí, existiendo una total y absoluta desconexión entre los distintos cuerpos de bomberos, salvo reuniones y acuerdos puntuales, como el Congreso de Zaragoza o la reivindicación de la jubilación anticipada coordinada por la PUB. Por lo demás, lo que ocurra en un servicio poco o nada importa al resto, salvo si puede servir para comparar y sacar tajada de alguna manera copiando o reivindicando lo mismo para sí (y de lo cual muchas veces nos enteramos por casualidad o a través de las redes sociales).
Siguiendo con la desconexión, es tal el arraigo y el calado que tiene en nuestra profesión, que incluso ha trascendido la frontera interservicios, y dentro de cada servicio ha continuado lastrando nuestro progreso manteniendo una constante desconexión y enfrentamiento entre secciones sindicales que está detrás de muchos de los problemas que tenemos, ya que de ello han sabido aprovecharse los políticos para mantenernos enfrentados.
El escaso progreso que hemos experimentado se ha logrado debido a los avances de la técnica (equipos, materiales y vehículos que se modernizan y que se adquieren a través de UNESPA), a la legislación que de rebote nos ha incluido en algún aspecto, o cuando ha habido una cierta colaboración entre sindicatos, y en ellos han existido compañeros con la suficiente dignidad como para mirar por el colectivo y pararle los pies a más de uno. Si no hubiera sido porque los equipos se modernizan y necesariamente son de por sí mejores cada día, y que los paga UNESPA, que la legislación ha ido avanzando, y muchas veces sin pretenderlo nos afecta de forma casi automática, y al trabajo de unos cuantos compañeros que se han dejado la piel, han sabido “conciliar” y se han dejado atrás todo tipo de miras personales, estaríamos todavía muchísimo peor.
Aquí es cuando entra en juego el cortoplacismo que viene a ser aquella forma de ver las cosas con una baja amplitud de miras, centrándose en el aquí y ahora, reaccionando sobre todo en términos de ascensos, dinero y tiempo libre. Aunque suene ridículo, la inmensa mayoría de los conflictos que han logrado atraer a “la masa” se han basado en reivindicaciones que se solían solucionar o con más tiempo libre o con más ingresos. Y en menor medida y menor capacidad de convocatoria, debido al déficit de personal o condiciones de trabajo de interinos.
Mientras tanto, muchísimos problemas iban pasando desapercibidos dando la sensación de que carecían de interés para cualquiera de nosotros a “corto plazo”. Asuntos como la proliferación de voluntarios; el desvío de fondos para incendios para crear otros servicios contra incendios o emergencias bajo la fórmula de contrata pública; la creación de unidades militares; la prestación del servicio de bomberos a través de empresas privadas; la ausencia de una normativa común que clarifique nuestras competencias, los ratios de profesionales por población, la homologación de los servicios en cada una de las CCAA a través de leyes propias, el incumplimiento de la LPRL y la indefinición y falta de desarrollo profesional mediante guías y notas técnicas oficiales; la completa ausencia de instituciones estatales o autonómicas que administren, representen y amparen al colectivo de bomberos, realicen las estadísticas, coordinen servicios y ofrezcan servicios de asesoría al colectivo; la inexistencia de un foro oficial en el que se reúnan los cuerpos de bomberos en el Estado y un largo etcétera de cuestiones que son imposibles de visualizar debido al necesario cortoplacismo y la desconexión que subyace al hecho de que cada uno deba preocuparse por su entorno inmediato municipal, y no quieran que veamos más allá porque en tal caso quizá seríamos demasiado molestos.
Para terminar de arreglarlo, nos encontramos con la existencia de múltiples sindicatos en los servicios, la mayoría enfrentados entre sí por definición (muchas veces con claros objetivos corporativos a los cuales algunos se prestan, olvidando que antes de eso son bomberos).
Por este motivo en las manifestaciones de la CUBP no se ven banderas sindicales, participen en la organización de la manifestación o no, se trata de bomberos profesionales unidos, sin banderas ni ideologías de ningún tipo más allá del objetivo de conseguir una ley de bomberos.
Sin embargo, todo tiene su tiempo y sus límites. La última noticia recibida desde Valencia da buena cuenta de esto. Ante la creación de la UVE, los delegados sindicales de uno de estos sindicatos han dimitido en bloque, y las motivaciones que alegan no ponen sino de relieve lo descrito en párrafos anteriores.
Después de muchísimos avisos y escritos, avisando de que los objetivos personales de algunos que saben aprovechar el enfrentamiento para culpar a otros del estancamiento en las negociaciones, la politización de sindicatos, la heterogeneidad, estanqueidad y la atomización de servicios, regulados de forma dispar, unido a un déficit normativo común que marque unas reglas de juego a nivel estatal para todos los cuerpos de bomberos, sin duda, está detrás de una parte considerable de nuestros problemas.
Y haríamos bien en tomar conciencia de este asunto para ponerle remedio de forma legal y legítima, es decir, VOTANDO.
Necesitamos una norma que regule los cuerpos de bomberos en el conjunto del Estado. Que nos provea de unas instituciones de cooperación comunes, y es tablezca unas reglas de juego dignas para todos en todo aquello que nos afecte.
Ha llegado el momento del diálogo, del consenso y el trabajo conjunto, del abandono de siglas e intereses personales, y de poner la vista en un futuro próximo que, ahora más que nunca, exige fijar el objetivo sobre la base de que lo más importante es que todos somos bomberos, y que estamos obligados a cooperar entre nosotros si queremos cambiar las cosas.
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Por y para bomberos
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