Breve historia del aviso a bomberos

Breve historia del aviso a bomberos

Los bomberos han estado presentes en las ciudades mucho antes de que se inventase el teléfono y se desarrollasen las comunicaciones por cable. En ese contexto se presentaba el problema de dar aviso a los bomberos para que acudieran a los incendios en un tiempo razonable, ya que normalmente debían preparar las caballerías, preparar las bombas y llegar hasta el incendio y organizar la intervención, debiendo encender las calderas de las bombas de vapor e ir poniéndolas a punto durante el trayecto, dado el caso.

¿De qué modo se daba aviso a los bomberos antes de la generalización del teléfono?

Vamos a verlo…

CAMPANAS Y DISPOSITIVOS ACÚSTICOS

TOQUE DE ARREBATO

En las sociedades medievales se presentó la necesidad de dar aviso a la población en caso de emergencia. De forma paralela, y en el contexto de la cristiandad ha existido la necesidad de dar aviso a la población sobre distintas situaciones relacionadas con la iglesia: sepelios, misas, bautizos, etc. Así que de forma paulatina las iglesias fueron solucionando este problema introduciendo las campanas en sus edificaciones. Los ciudadanos estaban muy familiarizados con los distintos toques de campana, ya que cada melodía tenía un significado distinto. Poco a poco se dieron cuenta de que mediante las campanas se podía dar aviso no sólo de eventos relacionados con la iglesia, sino que acabó por hacerse extensivo a otras situaciones, como por ejemplo llamar a la reunión en la plaza mayor, fallecimientos, emergencias, etc.

A su vez, los decretos reales o municipales obligaban a acudir a carpinteros, artesanos y albañiles a un lugar de reunión para organizarse y atender dicha emergencia, por lo que las campanas acabaron siendo la forma de aviso de los primeros servicios de emergencia, al tiempo que ponían en alerta al resto de la población.

Este toque para emergencias se ha llamado tradicionalmente “Toque de arrebato“.

Existen datos que muestran que el toque de arrebato ya estaba bastante generalizado en las sociedades cristianas europeas de la alta edad media (S. V al XII aproximadamente), incluida España.

Este toque se realiza sólo con la campana mayor, a buen ritmo y sin parar durante mucho tiempo (10 ó 15 minutos) hasta que la gente acudía al lugar del siniestro y/o alguien daba aviso al campanero de que cesara la llamada de emergencia.

En el siguiente vídeo podemos ver la conexión existente entre la historia de las sociedades contemporáneas y el lenguaje de las campanas, y nos muestra cómo es el toque de arrebato (min 15.20).


CARRACAS, ARMAS Y MARTILLOS

En algunas ciudades los sacerdotes no permitían que las campanas de la iglesia sonaran el Viernes Santo, lo que ocasionaba que se retrasaban los avisos hasta que era demasiado tarde. 

Otros medios utilizados para dar aviso de incendios y emergencias fueron:

  • Armas de fuego
  • Martillos que golpeaban diferentes superficies metálicas
  • Carracas de madera

Resultado de imagen de carraca madera antigua

También se sabe que al escuchar el aviso, los ciudadanos tiraban sus cubos de cuero a la calle para que los voluntarios los recogieran y pudieran hacer líneas de extinción.


TORRES DE VIGILANCIA

Conforme se fueron desarrollando las ciudades se fue abandonando el sistema de emergencia basado en  artesanos y carpinteros como voluntarios forzosos, y comenzaron a surgir los departamentos de bomberos con personal específico.

En sus comienzos se trataba de jóvenes solteros que residían en los mismos parques de bomberos durante unos años,  y cuyo horario comprendía las 24h del día los 7 días de la semana, a cambio de una manutención y al alojamiento en los parques. Paulatinamente fueron ganando derechos, se fue profesionalizando y añadiendo días libres hasta que en nuestros días se trata de cómputos de jornada de trabajo convencionales, aunque se sigue manteniendo el horario presencial continuado de 24h como antaño.

Conforme los servicios de bomberos se iban desarrollando, en algunas ciudades el sistema tradicional de campanas de las iglesias se transformó en un sistema de torres de vigilancia con campanas específicas para bomberos (Principios del S. XIX).

En dichas torres se realizaban turnos las 24h del día, y los bomberos vigilantes debían escudriñar la ciudad en busca de humos, dando aviso al parque más cercano y al resto de torres mediante toques de campana específicos.

Las primeras torres eran de madera y se deterioraban rápidamente, e incluso algunas acabaron incendiadas, así que  fueron sustituyéndose por torres metálicas o de ladrillo a lo largo de la segunda mitad del S. XIX. En este sentido, la torre que podemos ver más abajo, la del Jefferson Market, primero fue construida en madera, pero en 1832 se incendió y fue sustituida por la de la foto, ya de ladrillo.

Última torre de vigilancia (Torre de Mount Morris en Harlem); 1860. Ha sido desmontada y almacenada en Queens para ser restaurada. Fuente: https://www.nytimes.com (Ozier Muhammad)

Nueva torre de vigilancia en el Jefferson Market en Greenwich Village, alrededor de 1870 (Sustituyó a la de madera, incendiada en 1832). Fuente: Credit Market Jefferson Library, The New York Public Library

Imagen relacionada

http://harlembespoke.blogspot.com

Existen muchas historias sobre los vigilantes de estas torres. Hemos de tener en cuenta que se trataba de vigías armados de telescopios que veían la ciudad desde las alturas, siendo testigos de multitud de situaciones. Desde parejas de novios que huían de unos padres, e infidelidades de matrimonios, pasando por robos y accidentes hasta los propios incendios.

El trabajo era especialmente aburrido y sometido a las inclemencias del tiempo. Aunque las torres disponían de cristaleras en la zona de vigilancia, la verdad es que los trabajadores aguantaban poco tiempo en esos puestos; incluso menos de una semana.

Algunos vigilantes, testigos de determinadas injusticias, daban cobijo temporal a personas en los bajos de las torres, ya que habían sido testigos accidentales de los acontecimientos que les habían llevado a huir y buscar refugio. De manera que los vigilantes del departamento de bomberos pasaron a ser una especie de eruditos sociales a los que, en ocasiones, los mismos policías y jueces podían acudir a pedir valiosa información.

No obstante, el sistema de torres costaba mucho dinero a las ciudades (unos 33.000$ anuales sólo en sueldos en NY) y debían tener un constante mantenimiento. Para colmo, el New York Times publicó un artículo en el que mostraba que  2/3 de los avisos de incendios llegaban a los parques mediante el boca a boca. Así que las torres fueron perdiendo interés y cayeron en decadencia, y en cuanto surgieron los telégrafos fueron sustituyéndose por éstos de forma progresiva durante la segunda mitad del S. XIX, hasta su completa desaparición.

TELÉGRAFOS Y PRIMEROS TELÉFONOS

TELÉGRAFOS  CONTRAINCENDIOS Y TARJETAS DE ASIGNACIÓN

Gamewell fire alarm box

https://www.pinterest.es

En 1852, el Dr. William Channing y Moses Farmer desarrollan el primer sistema de alarma contra incendios de telégrafo. El sistema completo se puso en servicio a las 12 del mediodía del 28 de abril de 1852 con la primera oficina de alarma contra incendios del mundo, ubicada en el Edificio de la Ciudad en Court Square y Williams Court. El personal incluía un superintendente, varios operadores y técnicos mecánicos.

Los telégrafos de aviso contraincendios eran dispositivos bastante sencillos. Constaban de una rueda dentada que giraba al actuar sobre una palanca que de modo similar a los relojes de cuerda, le proporcionaba la energía suficiente para dar unas vueltas determinadas.

La rueda dentada tenía un tamaño y número de dientes determinado según la localización del telégrafo. Al girar dicha rueda movía unos contactos eléctricos; que se encendían y apagaban repetidamente, los cuales enviaban una señal a un receptor que se encontraba en el parque de bomberos. Dependiendo del número de dientes de la rueda, al parque llegaría una codificación distinta de input, identificando la caja que había sido puesta en marcha y, por tanto, los telegrafistas de bomberos podían saber la ubicación de la misma. Y mirando la tarjeta de asignación correspondiente movilizaban las compañías pertinentes.

Los avisos de incendio emitidos desde los distintos telégrafos llegaban a una central receptora desde la que se daba aviso al parque correspondiente. El telegrafista recibía el aviso de un telégrafo en concreto y tenía que mirar la tarjeta de asignación en la que venía reflejado qué compañías debían ser avisadas.

Más abajo pdemos ver una tarjeta de 5 niveles de alarma, con cinco filas de asignaciones de trenes de salida consecutivas, según necesidad.

La primera respuesta de alarma a este cuadro se muestra en la primera fila. Las compañías de bombas 22, 3, 26 y 15 son la primera salida, y las compañías de escaleras 13 y 3, la de el Rescate 1, el Jefe de la División 2 y el Jefe del Distrito 7 también responden junto con la primera fila de respuesta.
En función de la gravedad del incendio, el oficial de bomberos al mando puede ordenar la activación de la segunda alarma, con las compañías 35, 10, 6, 13 y 43, junto con la de Escaleras 17 y 12, la de suministro de agua 2, y los jefes de distrito 5 y 8. Las alarmas 3, 4 y 5 siguen el mismo patrón…

Estas tarjetas de 5 alarmas se mantuvieron vigentes aproximadamente hasta 1980. A partir de ahí se han incrementado los niveles de alarma, llegando hasta los 10 niveles dependiendo de la magnitud de la emergencia.

Seguramente habréis escuchado alguna vez “se traba de un incendio de 3 alarmas“. Eso hace alusión a los niveles activados según lo descrito anteriormente.

Estas tarjetas comenzaron a desarrollarse con los telégrafos y han ido evolucionando conforme se incrementaban las compañías de bomberos y se integraban las nuevas tecnologías de comunicaciones en las grandes ciudades.


Como hemos visto, los telégrafos se fueron instalando en las ciudades, sustituyendo a las campanas y a las torres de vigilancia, mejorando las comunicaciones de emergencias en estas poblaciones. Y aunque día de hoy siguen funcionando en muchas ciudades, las cosas no tardaron en cambiar…


TELÉFONOS

El invento fue presentado (aunque no patentado por falta de fondos) por parte de Antonio Menucci en 1871, sin embargo,  Alexander Graham Bell presenta la patente en 1876 haciéndose con los méritos de este invento (en 2002 se reconoció a Menucci como el verdadero inventor).

Las centrales de alarma contraincendios de los departamentos de bomberos no tardarían en integrar estos dispositivos y a principios del S.XX ya estaban bastante generalizados.

Conforme se fueron instalando teléfonos en las ciudades, y generalizando su uso por parte de la población durante la primera mitad del S. XX, los servicios de bomberos encontraron la necesidad de disponer de números fáciles de recordar por parte de la ciudadanía. Así surgieron los primeros números de teléfono específicos, como el 911 en EEUU, o los números 12345, el 006, el 080 y el 085 en España, y el moderno 112 en Europa.

En este enlace hay más información sobre el primer número de bomberos en España…


Hoy en día los avisos de alarma ya no llegan a los parques de forma directa por parte de los ciudadanos, sino que se derivan a una central de llamadas de emergencia que recogen los datos de la misma y activan a los servicios pertinentes (bomberos, sanitarios y policía fundamentalmente).

Y muchas veces los avisos ni siquiera llegan por vía telefónica, sino mediante plataformas digitales; así que por un lado hemos ganado en cuanto a agilidad en las comunicaciones, pero por otro hemos ido perdiendo el contacto directo con el ciudadano…

Es una pena, pero qué le vamos a hacer…


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