En el nombre de bomberos

Por si no teníamos suficiente heterogeneidad fruto de la atomización y la dispersión institucional a la que pertenecemos cada uno, entre otras muchas cosas que quedan por hacer en este patio desordenado donde nos encontramos los servicios de bomberos, encontramos uno de esos denominadores comunes que vienen a contribuir a liar más todavía este entuerto, denominando también de distinta forma a cada uno de los servicios, según dónde se encuentre cada uno, según su historia o sus tradiciones e incluso de sus creencias acerca de lo que somos o debemos ser los bomberos.

Si uno observa el panorama, puede encontrarse con muchas formas de referirse a nosotros:

– SEI (Servicio de extinción de incendios de…)

– SEPEI (Servicio de prevención y extinción de incendios de…)

– SMEIS (Servicio municipal de extinción de incendios y salvamento)

– SPEIS (Servicio de prevención, extinción de incendios y salvamento de…)

– SSEI (Servicio de salvamento y extinción de incendios de…)

– SCI (Servicio contra incendios)

– CB (Cuerpo de bomberos de…)

– RCB (Real cuerpo de bomberos de…)

– SE… (Servicio de emergencias de…)

– Consorcio de…

– Bomberos de…

– Bomberos Diputación de…

– Bomberos Comunidad de…

– Bomberos forales de…

– Emergencias de…

Y sólo son unas cuantas denominaciones, entre otras, aquí no están todas…

¿A qué se debe esto? Pues muy sencillo: a que los servicios públicos de bomberos carecen de una normativa de ordenación y coordinación de los mismos en el marco estatal que, sin quitar ninguna competencia a las CCAA ni a las entes locales, permita avanzar hacia la normalización del servicio en todo el Estado y, además, dar certidumbre al ciudadano.

Pero quisiera ir un poco más allá, porque, si bien la Ley de bases de Régimen Local no menciona el salvamento, los distintos servicios han ido incorporando dicha palabra en sus denominaciones y ha llegado un momento en el que, siendo errónea en su definición, está tan extendida que va a resultar difícil resolver este entuerto. Y digo errónea siguiendo la directriz marcada por el propio Ministerio del Interior, Dirección General de Protección Civil, en su guía sobre el socorro, rescate y salvamento, no es que lo diga yo; porque, en términos de protección civil, no es lo mismo el socorro, que el rescate que el salvamento. Cada uno de esas acciones cumple una función.

Veamos a qué me refiero mediante un ejemplo: Un accidente de tráfico con atrapados…

SOCORRO

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El SOCORRO es el hecho de atender la demanda de ayuda por parte de alguien que está en una situación de emergencia, llegando hasta ella y advirtiéndola de tu presencia, y proporcionándole la ayuda más inmediata previa a su rescate.

En el caso de atrapados en un accidente, la fase de socorro consistiría en tomar contacto con los atrapados, llegar hasta ellos todo lo posible, tranquilizarlos e incluso hacerles llegar algún tipo de suministro (mantas, etc.) antes de proceder a su rescate.

RESCATE

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El RESCATE es el mecanismo organizativo y operativo dispuesto por los servicios de bomberos para extraer o remover a las víctimas de la zona donde se encuentran atrapadas. En el ejemplo que seguimos, consistiría en extraer a las víctimas de los vehículos con seguridad.

SALVAMENTO

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El SALVAMENTO tiene lugar tras el rescate, y consiste en lleva a cabo la evacuación y traslado a un lugar donde poder practicar la atención médica necesaria para restituir su salud (que puede ser en una zona sanitaria en campaña o en un centro sanitario, pero en todo caso practicada por personal cualificado).

Entonces…si el socorro y el rescate son las acciones que más se corresponden con la labor que realizamos los bomberos ¿por qué hemos adoptado el concepto de “salvamento” en nuestra denominación? Son cosas que me pregunto y que obedecen; a voces lo repito, al déficit de regulación y coordinación de nuestros servicios.

Llegados a este punto nos surge la duda de cómo nos deberíamos denominar entonces. ¿Cuál sería el nombre y el identificador más apropiados para nuestros servicios?

Pues bien, por un lado podríamos seguir, una por una, las distintas unidades de competencia a las que nos hemos referido. Así, podríamos denominarnos:

– Servicio de Prevención, Extinción de Incendios, Socorro y Rescate (SPEISR)

– Servicio de Socorro y Rescate, Prevención y Extinción de Incendios (SSRPEI)

O bien podríamos obviar el socorro en la denominación, ya que lo incluiríamos de forma implícita en el rescate:

– Servicio de Prevención, Extinción de Incendios y Rescate (SPEIR)

Podríamos seguir ¿pero realmente eso nos conduce a algún punto de encuentro común? 

Es más ¿acaso nuestras funciones se reducen a esos enunciados? Yo, personalmente creo que es un error tratar de incluir en la denominación las funciones que realizamos ya que te vas a dejar fuera muchas cosas y quedas encasillado. Aparte resulta absurdo ya que existe una forma de unificarlo.

El tipo de corporación que nos albergue, la forma jurídica, etc…poco le dicen al ciudadano (eso es materia de estatutos). Por otro lado, al aceptar eso estamos acotando mucho nuestras funciones y abriendo nuestra esencia y razón de ser a otros que, gustosamente, están adoptando aquello que nunca debimos dejar perder. 

Así que: creemos certidumbre, no adoptemos nombres vacíos, que dejan fuera muchas funciones y faciliten nuestra suplantación, asumiendo conceptos erróneos y, sobre todo, no dejemos que se pierda nuestra verdadera identidad.

Somos bomberos, y los ciudadanos hace siglos que nos encuentran allí donde se nos requiere para… prevenir, extinguir incendios, atención directa en siniestros, así como realizar el socorro y el rescate de víctimas en todo tipo de emergencias.

En esa especie de lucha de siglas nos estamos alejando de una cuestión trascendental; y es que estamos olvidando que existe un nombre que se pierde en la noche de los tiempos y que, muy a pesar de ello, sigue siendo reconocido por la sociedad; y no sólo aquí, sino a nivel mundial y que, poco a poco, hemos dejado que sea reducido a un mero identificador rotulado en los camiones en favor de una denominación institucional poco inclusiva, y más acorde con una definición administrativa que corporativa; y todo en detrimento de nuestro verdadero nombre

¡CUERPO DE BOMBEROS!

¡Por separado somos invisibles, juntos somos invencibles!